sábado, 26 de julio de 2008

Sociedad de consumo

Me preparaba para un nuevo día.
Salí al patio -buscaba ropa tendida-,
y te vi, querido amigo.
Te vi abandonado en el pasto;
estabas inerte, frío.
No dormías, no, ¿o sí?,
¿desde qué punto de vista verlo?
La pérdida de un ser querido
no se explica,
se la llora, se la putea.
Me arrodillé en el suelo helado
y te abracé. Recordé el pasado,
aquellas tardes en las que,
mate+trabajo de por medio,
disfrutaba de tu aprecio.
Lloré sobre tu pelo,
lloré sobre pañuelos,
sobre la tierra que luego
cubrió tus huesos.
Lloré mucho por tu ausencia...
hasta que compramos otro perro.

jueves, 17 de julio de 2008

La niña que no podía llorar.

Isabel nació callada, no grito ni pataleó como solemos hacer todos cuando nacemos. Tan pequeña y tan misteriosa, era una incógnita para todos aquellos que pasaban un tiempo con ella. Madrina la llenaba de obsequios, muñecas hermosas casi de su altura, con bellos vestidos de todos los colores posibles adornados con los moños más grandes que se hayan visto. Las traía de Europa cada 2 meses, magníficas muñecas con rostro de porcelana que si no fuese por su textura suave y fría, uno pensaría que son de verdad. Pero en realidad Madrina tenía miedo de Isabel, era una niña pálida en todo momento, sin expresiones. Lo único que denotaba vitalidad era el rojo de sus labios. Jugaba en silencio con sus muñecas, Madrina la espiaba a veces para ver si Isabel hablaba con ellas y efectivamente lo hacía. Largas charlas mantenía con sus juguetes, los temas abarcaban todo tipo de discusiones filosóficas. Conversaciones acerca de la moral, la verdad, la vida y la muerte, le belleza y la fealdad. Un día en el patio salió con su tropel de muñecas a charlar como de costumbre y una de ellas cayó de su cochecito de plástico y se estrelló súbitamente contra la cerámica del suelo, la cabeza se partió en varios pedazos. La pobre muñeca quedo desfigurada ya sin arreglo porque no es posible pegar la porcelana sin que se noten las rajaduras. Madrina sabía que esa muñeca era la especial, tal vez por su extraño parecido con Isabel, ese detalle la convertía en la consentida entre la gran cantidad. Era la que más peinaba, las que dormía junto a ella acomodada sobre la almohada y la que acompañaba a la niña casi en todo momento, menos cuando Isabel se bañaba, tal vez por pudor a que la viera desnuda, pero si estaba Isabel en algún lugar la muñeca estaba allí, mientras merendaba, mientras escuchaba la radio. La acompañaba en las clases particulares, la muñeca oía con sus oídos falsos todo cuanto a la niña se le dijese.
Al verla partida y deformada Isabel quedó inmóvil con la mirada fija en la muñeca amorfa. Madrina estaba preparada para ir a reconfortarla, sería aquella la primera vez que la vería llorar, Isabel no lloraba nunca. Ningún golpe o raspadura hizo que de sus ojos brotaran lágrimas, cuando un niño llora puede ser lo más insoportable de oír pero en el caso de Isabel todos querían oírla llorar, que demostrase dolor o felicidad. Madrina pensó que ese sería el momento propicio para que lo haga, después de todo pasaba más tiempo charlando con esa dichosa muñeca que con cualquier otra persona. Pero se llevó una gran sorpresa cuando Isabel pateó la muñeca hacia un costado entre unas macetas que adornaban el patio, se sentó y sacó un cepillo del bolsillo de su vestido, tomó otra muñeca (una rubia), comenzó a peinarla y continuó con su conversación “- Como le comentaba a tu hermana, hoy en día es muy difícil saber cuando uno está realmente despierto, ¿nunca te pasó que…”

martes, 8 de julio de 2008

A cualquiera le pasa

Las palabras
se han gastado.
La palabra
palabra
se ha gastado.
Esta idea
también
(¿qué idea?, si aquí no hay nada).
Pierden materia
cada vez
más rápido.
Perecen,
uno a uno,
los significantes
supervalorados.
Y ni hablar de
los significados:
están en peor condición
desde hace tiempo.
Cuando nos damos cuenta
de ello,
ya todos se han ido
del teatro:
hemos llegado tarde
al espectáculo.
Otra vez,
pagaste la entrada-palabra
en vano.
De nuevo,
te molestaste
en escribir
signos de niebla,
obsoletos signos,
prostitutos signos.

jueves, 3 de julio de 2008

Adiós a una amiga desconocida.

Pues esto sucede cuando Tensión está a cargo de manos inescrupulosas, personas que nos les importa hacer sufrir a un individuo, dejarlo a mitad de la soledad y la noche taciturna. Resulta que uno se siente desamparado, sin lazos, sin raíces y sin manos. Pasar la noche en vela se ha vuelto costumbre y la humedad de mis ojos lastima mis párpados. Lloro en silencio por quien ya no está conmigo, aquella que implotó y de forma subrepticia desapareció. No me di cuenta de lo importante que eras hasta que no te tuve más y ese olor putrefacto comenzó a emanar desde tus adentros. "Perdón" es lo único que puedo decir, perdón por no prestarte atención, por no apagarte cuando tuve que hacerlo. Claro, ahora puedo ir a cualquier Compumundo y comprar otra pero ochenta mangos es demasiado. Mejor sigo usando las máquinas de la facultad. Adiós, fuente de mi computadora. Te extrañaré