sábado, 24 de enero de 2009

mensajes desde el más allá

Me tocó alejarme de mi casa por unos seis días y tuve la necesidad imperiosa de llevar libros. Me avergoncé al encontrar ese ejemplar de Historias fantásticas de ABC envuelto en su film protector que aun conservaba de aquella vez que lo compré en esa librería/juguetería en la calle Florida. Ni bien estuve en el vehículo tuve que arrancarle ese plástico molesto porque realmente me enfurecía, pero lo dejé en mi bolso, todavía no podía leerlo con la precisión que merecía más que nada después de haberme babeado, enojado y alborotado (en el sentido que el lector quiera darle a esta palabra) tanto por Historias de amor. Requiere de todo un ritual pagano tomar un libro nuevo que compraste con tanta alegría y que por razones ajenas al ocio tuviste que dejar empolvándose en un estante para alergia de lo menos afortunados. Ya adentrada en mi estadía prematura y necesaria, comencé por un relato que se llama El perjurio de la nieve. Me interesó primeramente por lo que el autor se refiere del mismo en su introducción al compendio de cuentos, y cito: “Uno de los primeros argumentos que le conté a Borges, mientras caminábamos por la calle Ayacucho, frente de donde estaba La porteña, fue el de El perjurio de la nieve. Me dijo que era lindísimo, pero que nunca iba a poder resolverlo. Once años más tarde, durante una noche de insomnio, encontré la solución”… con un dato histórico, geográfico y bibliográfico de ese índole ¿a quién no le pica el bichote de la curiosidad? Cuando comencé a leer, uno de los personajes se llama Juan Luis Villafañe. Inmediatamente eso trajo a mi memoria un recuerdo vago, demasiado vago en ese entonces porque no recordaba de donde conocía ese nombre. Sabía, eso si, que estaba en algún libro, que era alguien relacionado con la literatura pero ¿de qué obra y en calidad de qué? Me reconfortaba saber que debía de ser algo que haya leído en la brevedad porque tenía el recuerdo demasiado fresco. Un problema que surgió fue que hacía pocos días había terminado de leer Amadis de gaula y los que tuvieron la suerte de leerlo sabrán que la cantidad de nombres, apodos, apellidos, sobrenombres y demases que tiene ese libro es infinita, complicada y demasiado familiar. Así que cerré los ojos e hice fuerza para que mis neuronas se movieran (si es que se mueven) más rápido de lo normal para poder acordarme, para poder encontrar esa información que la tenía en la punta de la lengua (como siempre pasa) pero que no te sale, está ahí, la verías si tuvieras un espejo pero la desgracia se esconde y se ríe de vos. Ya desilusionada e indignada conmigo misma, dejé de intentar recordar y es en ese momento cuando todo se aclara, todo es más fácil y hasta la vida es mas linda: el momento en que te acordás. Villafañe era el autor de esos pequeños cuentos que leí no hace más de un mes en ese libro que recopilaba autores de distintas nacionalidades, el cual adquirí en Parque Rivadavia. Me asombre de la coincidencia, me dije que era algo del destino (cosa de mandinga), era como si Bioy me estuviera mandando un mensaje desde el más allá, algo confuso y misterioso, como si me dijera “este es el camino”. Mi pecho se lleno de orgullo y vanidad. A MI Bioy me mandaba un mensaje, a MI me lo decía a través de sus obras, YO era la elegida.
Una vez en mi casa, busque el otro libro para comparar el nombre del Autor/Personaje que tanta satisfacción me había traído, para verlo con mis propios ojos y gran sorpresa me llevé al darme cuenta que en realidad se llamaba Javier Villafañe.

7 comentarios:

Algún bastardo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Julián Sick dijo...

Reveamos esto dos puntos abro comillas, copio textual para alergia de lo menos afortunados cierro comillas punto

Sencillamente la frase tiene muchísimas ganas de querer decir algo así como que pero en realidad es posible que haya algo de sentido atribuible en tanto aquellas partes unívocas que barajaban al signo en su primigenio diagrama lingüístico por todas conocido es la forma de ¿por qué no encaran con el tema de género y le cambian el nombre a Alguna Bastarda, si los machitos nunca escriben?

Anónimo dijo...

porque no queremos vetarles la entrada...

y el polvo da alergia... a algunos, claro está.

Unknown dijo...

Estoy de acuerdo con Anónimo.

Firma: Anónima

Julián Sick dijo...

¿Qué entrada? ¿Tenés siempre en la mesa los platos hondos por si aparece la sopa? Vamo arriba!

PD: que metáfora eh!

Anónimo dijo...

jajajaj claramente es malisima, pero causa gracia.

me refiero que si ponemos "alguna bastarda" y quieren subir los chicos, va a quedar raro por no decir gay.

Julián Sick dijo...

Empecemos a pensar en los temas de género y las palabras, por favor! A mí me parece raro que Algún Bastardo sea una mujer! ¿A vos no?
Lo importante es que a partir de la sugerencia de Patrica (y su gerencia) comencé la novela, vengan a ver!

www.silvergudo.blogspot.com

PD: ¿y si queda gay qué? ¿que se defiendan ellos, no?