jueves, 17 de julio de 2008

La niña que no podía llorar.

Isabel nació callada, no grito ni pataleó como solemos hacer todos cuando nacemos. Tan pequeña y tan misteriosa, era una incógnita para todos aquellos que pasaban un tiempo con ella. Madrina la llenaba de obsequios, muñecas hermosas casi de su altura, con bellos vestidos de todos los colores posibles adornados con los moños más grandes que se hayan visto. Las traía de Europa cada 2 meses, magníficas muñecas con rostro de porcelana que si no fuese por su textura suave y fría, uno pensaría que son de verdad. Pero en realidad Madrina tenía miedo de Isabel, era una niña pálida en todo momento, sin expresiones. Lo único que denotaba vitalidad era el rojo de sus labios. Jugaba en silencio con sus muñecas, Madrina la espiaba a veces para ver si Isabel hablaba con ellas y efectivamente lo hacía. Largas charlas mantenía con sus juguetes, los temas abarcaban todo tipo de discusiones filosóficas. Conversaciones acerca de la moral, la verdad, la vida y la muerte, le belleza y la fealdad. Un día en el patio salió con su tropel de muñecas a charlar como de costumbre y una de ellas cayó de su cochecito de plástico y se estrelló súbitamente contra la cerámica del suelo, la cabeza se partió en varios pedazos. La pobre muñeca quedo desfigurada ya sin arreglo porque no es posible pegar la porcelana sin que se noten las rajaduras. Madrina sabía que esa muñeca era la especial, tal vez por su extraño parecido con Isabel, ese detalle la convertía en la consentida entre la gran cantidad. Era la que más peinaba, las que dormía junto a ella acomodada sobre la almohada y la que acompañaba a la niña casi en todo momento, menos cuando Isabel se bañaba, tal vez por pudor a que la viera desnuda, pero si estaba Isabel en algún lugar la muñeca estaba allí, mientras merendaba, mientras escuchaba la radio. La acompañaba en las clases particulares, la muñeca oía con sus oídos falsos todo cuanto a la niña se le dijese.
Al verla partida y deformada Isabel quedó inmóvil con la mirada fija en la muñeca amorfa. Madrina estaba preparada para ir a reconfortarla, sería aquella la primera vez que la vería llorar, Isabel no lloraba nunca. Ningún golpe o raspadura hizo que de sus ojos brotaran lágrimas, cuando un niño llora puede ser lo más insoportable de oír pero en el caso de Isabel todos querían oírla llorar, que demostrase dolor o felicidad. Madrina pensó que ese sería el momento propicio para que lo haga, después de todo pasaba más tiempo charlando con esa dichosa muñeca que con cualquier otra persona. Pero se llevó una gran sorpresa cuando Isabel pateó la muñeca hacia un costado entre unas macetas que adornaban el patio, se sentó y sacó un cepillo del bolsillo de su vestido, tomó otra muñeca (una rubia), comenzó a peinarla y continuó con su conversación “- Como le comentaba a tu hermana, hoy en día es muy difícil saber cuando uno está realmente despierto, ¿nunca te pasó que…”

6 comentarios:

Tainch dijo...

Otro final en suspenso... ¿Es una especie de investigación de campo, para saber cuál inicio pega más, y dedicarse a ese entre muchos?

Me alegra que te haya gustado el dibujo.

La facultad de ser invencibles los está matando?

Anónimo dijo...

la facultad literalmente nos mató... pero vamos a revivir ahora el dia del amigo.

el otro cuento sin final fue sin querer, se me rompio mi pc y me quedaron las cosas en el disco... asi q solo tengo a mano unos pocos.

este tiene un final abierto...

grax por pasar.

Julián Sick dijo...

"...sería aquella la primera vez que la vería llorar, Isabel no lloraba nunca."

Bien, bien, le doy un 9. Pero quitaría la parte de "Isabel no lloraba nunca." Se sobreentiende con la lectura de las 9 palabras anteriores. No hay por qué llevar al lector de la mano. No somos lazarillos, somos cultos.

Panda! Mis respetos.

Usted dijo...

El "Madrina" me resulta muy obra de teatro, y por lo visto acá no hay nada de eso. Creo que se quiso caer en un "Nodriza" imitando la tragedia griega y algún que otro del siglo XX (Anouilh). Pero con querer imitar no hacemos nada, más si no tiene sentido ni función (aunque sea estética) en el texto. Decía Chéjov que si en el primer acto aparecía un clavo, en el último el protagonista tenía que colgarse de ese clavo.

Pazchi dijo...

Porqué elegiste ese nombre? Isabel es un nombre hermoso, pero pareciera tener una conexión siempre con las niñas calladas, pálidas y que posiblemente vayan a morir de tuberculosis. Es raro ver cómo en la mente de tantos esas cosas están grabadas, unidas a ciertas ideas...

Me encantó tu texto.

Paz

Anónimo dijo...

la verdad que la elección de los nombres es al azar... puro azar.

y no se si tanto como para tuberculosis pero un cáncer de mama, puede ser...

pat