jueves, 12 de junio de 2008

Funciones

Un haz de luz delató el polvo en el aire del viejo bar y fue a posarse en la calma superficie del café recién servido. Detective fijó su vista en él por un segundo. Punto exacto de convergencia con Traidor, sentado del otro lado de la pequeña mesa. La cafeína obligatoria y la charla no habían bastado para infundir a la mañana la carga de rutina y convencionalidad que los alimentaba, y que, tenían el secreto convencimiento –y tranquilidad-, hacía funcionar al Mundo. Un gesto, previsible, pidió la cuenta. Traidor agarró su sobretodo y sonrió cuando Detective acomodó, suficiente, el cuello de su Perramus camino a la salida. El vaivén de la pesada puerta de madera marcó por unos momentos un tempo que, respetuosos del Cosmos, Detective y Traidor siguieron escrupulosamente. El viejo Morris chirrió con la brusca acelerada pero respondió bien a la exigencia mecánica y al ruego amable del pedal, y Detective hizo un gesto ininteligible para todos excepto para Traidor. Muchos años contaban ya.
Orgullo y afecto.

El arma se impacientaba en su bolsillo izquierdo.

Advirtieron la radio sólo cuando la voz metálica y expeditiva transmitió una información extrañamente conocida. El auto, la calle, el barrio, se generaron entonces sólo para ser percibidos por aquellos que, hasta entonces, se habían ocupado en sus propios Universos. Espacio compartido ad hoc que, cada día, se esforzaban por fortalecer. Traidor encendió un ceniciento cigarrillo, y ofreció uno a Detective, que aceptó tras un momento de vacilación. Reminiscencia de aquella noche en la que había sido señalado por primera vez. Pero ya no vendrían a buscarlo. Justificaban la modesta esfera de mundo que construían a su alrededor, cada ruido de las gastadas ruedas del Morris golpeando con los adoquines de una calle tiempo hacía pavimentada, cada fachada antigua que negaba sus propias ruinas. No veían más que la escenografía, el punto de fuga, la noche cerrada, la luna esperable tras el techo del auto.

Gastada ya su empuñadura por el uso y los años, aún se sentía capaz de servir. Siempre lo hacía.

Se reconocían en la memoria del otro. Allí se construían, se moldeaban, conocían el mundo. El aviso de la Central había sido preocupante. Detective, consciente de ser el Héroe, tenía tan firmemente agarrado a su destino como al gran volante de madera, una vez brillante. Traidor, desde el remoto y ficcional asiento del Acompañante procuraba conseguir la suficiente entidad propia como para cumplir con su Objetivo. Iba constituyéndose lenta y pacientemente a partir del discurso de Detective, sucesión de anécdotas lejanas que, por repetidas, terminaban por ser ciertas. Aventuras de Aquellos Tiempos que convenía creer, vínculo al que debían aferrarse. Como a un rompecabezas, se rearmaba desde una memoria tan propia como común y ajena.
Tras de sí, la Ciudad se desdibujaba en una niebla oportuna.

Escena del Crimen estaba tranquila Esa Noche. Todas las noches. Detective, Traidor y sendas Colt apresuraron su marcha, y la secuencia lo agradeció. Detective apagó las luces del auto, hizo un cierto gesto y se aparcaron bajo el aura mortecina de un tétrico farol. Bajaron despacio, silenciosamente, quizás buscando tomarse por sorpresa. Rodearon Escena del Crimen como los años y varios Compañeros muertos les habían enseñado. Detective, siguiendo un imperativo tácito, entró adelantándose a Traidor. El Héroe es el primero en vulnerar las murallas.

El piso de cemento estaba húmedo. Había llovido, y Detective, al mirar al techo, advirtió varias chapas faltantes. La luz que alcanzaba a colarse por los espacios vacíos dibujaba un patrón que Detective no vio, o simplemente no quiso interpretar. Siempre fue un ingenuo. Pero Esta Noche se acaba todo. Detective avanza seguro de sí, o de lo que le ha tocado ser. Pero, solo, no sería el Héroe. Siempre hace falta un Oponente. No habría relato sin Villano. Paso al frente.

Detective y Traidor quedaron opuestos por un espacio de luna. Silencio ritual, necesario para comprender. Héroe ya no se molestaba en sorprenderse, Villano no necesitaba hacerlo. Pero El Momento había llegado. Acabado el Viaje, debía cada uno hacerse cargo de su lugar en la obra. Obedeciendo antiguas reglas, intercambiaron las armas. Palabras. Recuerdos. Representaciones. Las Colt brillaron bajo los ojos cansados del Bueno y el Malo.
Disparo.
Estúpido.
Detective cae.
El relato se desmorona.

5 comentarios:

Ariadna dijo...

Estaría bueno poner como entrada la que te comenté con "globitos": así el mundo sabrá que sé usar funciones extrañas del word.
(Me) volvió (el alma al cuerpo) internet. La vida tiene sentido, es más estoy empezando a tener fe... en las dietas, en no sacarme nunca más un 6.

Anónimo dijo...

yo esperaba otro final...

igual te hace pensar, el traidor era obvio que iba a traicionar, y el detective tenia q hacer si "trabajo",
en todo caso es licito que mate/algo al traidor.

eso pasa cuando se encasilla.

che un 6 no es el fin del mundo, q exageracion.

Algún bastardo dijo...

Desde luego que era obvio. El "argumento" es bien estúpido, como el comentarista anterior advirtió, pero esa misma estupidez argumental es la señal de que la justificación del texto se encuentra en otro lado, si es que hay tal cosa. La distribución de las funciones del relato crea una expectativa a nivel profundo-estructural, que se manifiesta superficialmente en un final más o menos "obvio". El final es un cuestionamiento, tan modesto como acientífico al carácter prescriptivo de la estructura del relato que defendían los estructuralistas franceces. Un caso anómalo desestabiliza un argumento por inducción. Si embargo, para no caer en la pedantería de "haber refutado a Barthes", la última oración ("enunciado?") relativiza la función "relato" aplicada al texto. Tanto como "Detective" y "Traidor", podrían haber sido "Caperucita" y "El Lobo". Esa es la gracia, si hay tal cosa.

Anónimo dijo...

veo a lo q vas y entiendo la gracia a la que te referis, y tambien entiendo que se puede hacer una comparacion, solo que uno es un poco gata flora cuando lee...

si termina con final feliz pensas: y si, se tenia que quedar con el chico lindo.

y si termina mal : ahh por que no se casaron y vivieron felices?

como dije,Die, somos algo gatas floras.


pato

Anónimo dijo...

¿El "somos" incluye a pato y a todas las mujeres o con el "uno" se pretende abarcar a todo el mundo?
No sé, no sé...