martes, 10 de junio de 2008

[Sin título]

Sos el vidrio empañado,
la niebla,
la bruma,
la tormenta de arena.
La cerradura
es demasiado pequeña:
no caben llaves
ni pupilas.

Sólo te volvés
perceptible
cuando hablás.
La sombra parlante
aparece un segundo,
un segundo aparece:
la sombra callada
hace nacer al Tiempo.
Pero...
tu cuerpo se deshace en el sonido,
el sonido se pierde en sí mismo.
Sólo queda de vos
una huella de miedo,
de nuevo, manifiesta,
que no se desvanece.

3 comentarios:

Algún bastardo dijo...

"Sólo te volvés
perceptible
cuando hablás."
Hegel, si no me equivoco, decia que el lenguaje exterioriza el yo interno y lo objetiva, lo vuelve ente autómono "corporeizado" por medio de un sistema de signos. En ese fragmento vas más allá. No hay más que lenguaje, y el sujeto al que exterioriza es producto de una (mera?) inferencia contextual. Adjudicar existencia por medio de la percepción, reconozco, no es mi tema favorito, pero la presencia del "hablás", que implica actividad psicofísica, movimiento de capas de aire, emisión de estímulos sonoros necesariamente comprende la sensibilidad. Después de todo, no hay nada en la razon que no haya pasado por los sentidos, según Aristóteles. El resto del escrito se me desdibuja tras estos versos.

Ariadna dijo...

Me encanta porque Diego no tiene que firmar porque ya se nota a la legua que es él...

Algún bastardo dijo...

"Hegel", "En ese fragmento vas más allá", "Aristóteles"

Has sido muy atinado con lo que dijiste, querido bastardo no-anónimo.
Es una lástima que el resto del poema se te desdibuje tras esos versos que citaste. Me pregunto por qué ocurrirá eso. Tal vez consideraste que "las sombras" carecían de importancia a los efectos de tu análisis, o quizás esa parte del poema te pareció confusa (?). Me gustaría saberlo.
Por lo pronto, muchas gracias por el comentario.