domingo, 8 de junio de 2008

Momentos en que una prefiere que le hablen (a una) en chino mandarín

(Aclaración: si bien el presente texto está dirigido al público femenino, los hombres podrán sentirse, de algún modo, identificados con lo que intenta expresar el mismo.)







Esperás la respuesta pacientemente, ansiosamente. De pronto, las palabras proferidas no son las que esperabas con el té y las masitas, o con el babydoll rojo y de satén. Todas y cada una de ellas te dan puntapiés por todos lados, pero sobre todo en la cabeza, ya en la cara, ya en lo tímpanos. Una vez que estás lo suficiente malherida, ellas te levantan del suelo despacio y te arrojan al tacho de basura para contribuir con la limpieza de la ciudad (o con la de tu casa). Vos, dentro del receptáculo, con el cuerpo y las masitas deshechas y el té derramado sobre el babydoll, mientras escupís dientes y sangre, te preguntás si ese colirio guardado en la heladera, o si esos cotonetes de buena marca guardados en el botiquín servirán para sacarte de encima esa cosa molesta en que suele convertirse la verdad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me parece a mi o aca habia un comentario?